domingo, 12 de mayo de 2013

NIEVE


A la primera promoción del Grado de Estudios Hispánicos,
a sus padres, madres y profesores.

Post tenebras spero lucem

Somos de playa,          y somos de nieve
Somos de playa, y somos de nieve.
Somos un haya, y un agua que cae leve.
Somos un haya, y un agua que cae leve.

Hemos sido palabra y libro,
y sueño, y canto, y niño.
Seremos para siempre río,
porque alguien quiso
o porque nadie lo impidió.

Hemos vivido en miles de puertas;
unas, cerradas; otras, entreabiertas.
Hemos pasado algunos umbrales:
unos, sencillos; otros, abismales.

Hemos pasado la puerta del dolor,
hemos pisado el umbral del desengaño,
se nos ha abierto la puerta del amor;
y todo parece que ha pasado,
y todo parece ya pasado,
y todo parece ahora pasado.

Podríamos cerrar ahora las puertas,
bajar el telón del escenario.
La vida se nos presenta incierta,
el porvenir como un abecedario…

Pero nos negamos a quedar así,
solos y sólo como letra muerta.
Porque lo nuestro es hacer leyenda
y ser personajes literarios.

Llevamos cuatro años aquí
buscando la verdad a tientas;
buscando cada uno para sí
la puerta que dejar abierta.

Quisiera abrir puertas de luz
y sellar abismos inconclusos;
en toda vida hay un tragaluz
que hace los crepúsculos difusos.
                       
Esta tarde os doy mi corazón,
que poco vale y al que poco miro,
al que poco quiero y al que sólo pido
que sea del recuerdo el armazón.

En este corazón que soy y habito
hay algo de luz bien exterior;
poca cosa, pues poco soy y he sido
un pobre hombre solo a la luz de sol.

Somos, hemos sido y seremos
carne en sombra, abismo sin un tú.
Somos y, también, hemos sido
un ángel roto y un corazón sin luz.

Toca acabar estos versos perdidos
que quieren ser de nieve y luz;
toca pedir como los hijos
que saben que el cielo es azul.
Por eso acabamos con un himno
que quisiera ser solo un trasluz:

Siempre nos queda la esperanza.
La que han vivido estos padres
cuando éramos niños indefensos;
y el futuro, en su ilusión carmín.

Siempre nos queda la esperanza,
la que vivimos en versos y libros
en un invierno tan gris como azul.

Nos queda la esperanza blanca y nieve,
la esperanza margarita, la esperanza amanecer.
Nos queda la que es trigal y aurora,
la oscura, la latente y la que ves.

Nos queda la esperanza candeal,
que se enciende e ilumina siempre.
Nos queda la esperanza noche y día,
pura, virginal, sin corrupción.

Nos queda la esperanza ya madura,
brisa entre la desolación.

Nos queda la blancura de la nieve,
el alma entre las sombras y la luz.

Nos queda la esperanza siempre:
la nieve, el sol y el cielo azul.





1 comentario:

Gerardo Aranguren dijo...

Tio pavo que bueno!!!!