miércoles, 23 de octubre de 2013

INQUIERO, SUSURRO, ACOJO


Persigo tu alma entre estructuras
de edificios molidos por el viento. 

Sondeo tus latidos en la tierra,
que enmudece a los pájaros dormidos.
Inquiero tu nombre entre mis rezos,
que no son sólo dolor y olvido. 

Susurro a la noche el responso
por la esperanza que aún no he acogido
y cobijo al dictamen luminoso, 
que se sabe, ¡al fin!, tan respondido.

¡Vive el alma! Y vive tan segura
que es el dolor quien queda compungido. 





2 comentarios:

judijaba dijo...

Preciosa, escueta, profunda. Me encanta.

Ignacio Pagés Larruy dijo...

Gracias, Juan Diego. Un abrazo!!