martes, 13 de diciembre de 2011

GALOPAR



Anduve montado yo
en caballito de madera:
atravesaba mil mares
y la vuelta di a la tierra.

Recordé que era madera,
que mi mar era la tierra,
que mi tierra era la acera.


11 comentarios:

Silvia dijo...

Impresionante, Ignacio... esto si que es un gran Blog! Y desde luego "incógnitas" tiene que volver...
Un saludo, y buen martes 13! =S

Francisco Javier Granados García dijo...

Bellísima forma de presumir tan dulce resignación. Es un bombón exquisito, Ignacio.

Salud, suerte ¡y mucha poesía!

Steban Z. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esteban Z. dijo...

Natural, sencillo, no deja de transmitirme una sensación de espontaneidad. Solo puedo añadir que siento una sana envidia. Un abrazo!

Anónimo dijo...

Increíble. Lo digo en serio; me ha encantado.

Ignacio Pagés Larruy dijo...

Francisco Javier, gracias por lo de bombón (imagino que es por el poema ;-))
No es resignación, es feliz aceptación de la realidad. El idealismo del caballito que no es real no nos debe frustrar, sino ayudarnos a caminar hacia la realidad, que a veces preferimos esconder tras nuestros pensamientos, sentimientos...
De todos modos, muchísimas gracias de nuevo.

Ignacio Pagés Larruy dijo...

Gracias Esteban yo también siento envidia de tus grandes relatos y de tu primera novela, y de tu exquisito gusto lector, y de tu exquisita sensibilidad poética y artística... Gracias a ti.

Ignacio Pagés Larruy dijo...

Miguelillo. En primer lugar felicidades. En segundo lugar, en la blogosfera no soy partidario del do ut des, sin embargo me alegra tenerte por aquí.

aleskander62 dijo...

Muchas gracias, Ignacio, por tener mi página web recomendada. Un abrazo. Hay buenos profesores de literatura en Filología. Es una carrera muy hermosa. Sigue escribiendo ( y leyendo). Quiero comprar un poemario de Leopardi, todavía no he leído a este gran poeta. Estoy con Yeats.

Ignacio Pagés Larruy dijo...

Gracias, Alejandro. Yo tampoco he leído a Leopardi, ni a Yeats... Ojalá lo haga en breve. Ahora tengo entre manos una maravilla: "El corazón de Dios" de Carlos Pujol, ¡brutal!

Fon dijo...

Qué bueno!