Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Todo es blancura en el cielo.
Todo es blancura en la arena.
Las nubes colman el suelo
y se vuelven mi visera.
En blancas paredes suena
eco blanco de azucena.
Miro sus cabellos blancos
y sus pestañas me cierran
lo que era la vida en muerte,
y mis sueños en quimeras.
Su piel blanca como nieve,
su piel fría de tan muerta,
las sábanas que amortajan
son blancas como la sierra.
Pienso en rojas amapolas
y en la primavera bella,
en un arcoiris claro.
Todo es blanco, todo niebla.
La blancura que es pureza
ahora es nada, es ausencia.
Y mis ojos que veían
ahora callan y se cierran.
La mirada que quería
ahora solo me deja
con un corazón que aqueja
mil nadas y tus ausencias.
5 comentarios:
Amigo Ignacio Pagés, gracias por tu comentario y elegir mi blog entre tus favoritos.
Leí tu última poesía y me encantó, y aun mucho mas al saber de tu juventud.
Te felicito.
Quieres mirar su mirada
y te mira con ternura
y te ofrece su dulzura
como flor enamorada.
abrazo sincero
M. Ángel
Y la nostalgia amortajada de tu ausencia.
Se urge una ampliación léxica.
Miguel Ángel, igualmente agradecido y más aún conociendo su experiencia.Geniales estos cuatro versos.
Un abrazo
Ignacio
Está muy bien, Ignacio, enhorabuena.
¡Preciosos versos Lorquianos¡, sentidos, medidos, creativos y bellos¡.¡Felicidades¡
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